Lo que tú
Lo que rompen tus manos Bucanera, bucanera; recoge tus eclipses y siéntate tus piernas, que de entre penas sazonada a picaportes se humedece la mugre de tu taimada colmena; que reliquias angostas colgantes de tus orejas a pendientes difusos, si ya no bulliciosos, amortajados al suelo erráticos se procrean. De entre distorsiones de cultos ingresados tus arcaicas lagunas de goteo demolido versan malvadas; que a sumo cuidado grabadas en laurel son el servido tablero del templo sentado. Lo que manchan tus dedos Esmerado tu espanto solazado en aprensión muestra el barranco de resbalosa pasión. Como apotronada antigualla retorcida de oxígeno y tan pesadas lumbares llevas pastoso el caminar de tu casi humeante cadáver. ¿Cuántos bustos mirones hacen falta en tu cumbre para que te sientas tan desnuda y pequeña como todo letargo que lastras humillante? Tienes las manos de Midas pero el don de tus dedos acollados en miseria; y como bien te destinas, marchitas lenta tu latido engullendo todo aqu