A 48 versos del pozo
Parte 1 - Desde los distantes cirros
En instinto me visto de bolinche
por la en mis huesos aflicción
siendo alérgico a la humedad
de tempestades sine qua non.
Ruedo alado,
tuerto de brazos,
por esas nubes
que distante me hacen.
A vista de águila
os observo, que no admiro,
entre rendijas cachondas
de cúmulos esponjosos;
y el tiempo apresado,
funcional en su trabajo,
muestra medio vizco
un indigno legado.
Parte 2 - Adaptados a la constante
Los tantos contratiempos
que carentes reñimos
son éstos hojas de troncal
que secos dejan de parirnos.
Los podemos, firmes, añicar
con tan solo cerrar el puño
y moler hasta abortar arenillas
del perturbado minutero tozudo;
y soplar en nuestras manos
festejando a despedida poética,
como meollos en un arroyo de gracia
seducidos por su fuerza magnética,
erradicando en él nuestro ser y estar,
para dejar de ser y para dejar de estar
volviéndonos capaces en valentía
de capar la endiablada ansiedad.
Parte 3 - Somos nuestros problemas
Ansia nuestra en sayón de destino
ante una cruda cruz de piel
obsequia cristales a malestares
que mortales sepulcran egos del edén;
exterminando tras la Paz
los portentos pasados
del poder obsesivo
de vencer en camino desafiado
al ilusorio destronador,
nuestros yoes egomaníacos,
y de su verdugo el sádico castigo
de vivir como despojos.
Nosotros, retales creados
involuntarios de corazón
de instintos fermentados
y herederos del falso perdón.
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