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Mostrando entradas de enero, 2021

Pincho moruno de ciegos

Pupilas mentirosas venerando tallos de esperanza,  bajo los hilos de un dios postizo de madera tallada por humanos. Nos creemos las mentiras que nosotros mismos vomitamos, firmadas por alguien que dice haber sido acariciado por una deidad. En cambio olvidamos la muerte cruel que alimenta la guerra y que a su vez le roba la digestión a la pobreza... Simplemente porque no la vemos. Irónico. Somos una secta de subnormales que miramos por las orejas mientras caminamos en línea recta.  Nunca sabremos qué hay delante. Si hay una estaca apuntando hacia nuestro corazón, nos la clavaremos nosotros mismos.  Nos sorprenderemos doloridos, preguntándonos: ¿Qué ha podido pasar? ¡Si siempre tuve los ojos abiertos! Y justo detrás habrá una cola inmensa de envidiosos que se lanzarán por inercia para convertirse en un pincho moruno de idiotas.  Eso es lo que somos, una fila de suicidas que caminan drogados por la sociedad hacia un cañón cargado de karma.

Nuestro bebé

Hoy el cielo se muerde las uñas. Está callado.  Oculta algo. Parece que pesa y que quiere caerse. Sus cervicales van al ritmo de los silencios que escupe cada vez que admite el desastre que cagamos. Su presencia, casi intensa, revuelca en barro el estómago de la premonición y esculpe jarrones agrietados por el roce al Caos; nuestro bebé más preciado. El cabrón está creciendo en cuestión de suspiros. Temo que casi ha llegado el día en el que tenga tanta hambre que se coma nuestras historias sin dejar siquiera las migas de nuestro pasado. Aunque... Es lo que hay. Nos hemos querido follar la libertad sin avisar y nos ha violado el destino.