Nuestro bebé

Hoy el cielo se muerde las uñas.
Está callado. 
Oculta algo.

Parece que pesa y que quiere caerse.

Sus cervicales van al ritmo de los silencios que escupe cada vez que admite el desastre que cagamos.

Su presencia, casi intensa, revuelca en barro el estómago de la premonición y esculpe jarrones agrietados por el roce al Caos; nuestro bebé más preciado.

El cabrón está creciendo en cuestión de suspiros. Temo que casi ha llegado el día en el que tenga tanta hambre que se coma nuestras historias sin dejar siquiera las migas de nuestro pasado.

Aunque... Es lo que hay.

Nos hemos querido follar
la libertad sin avisar
y nos ha violado el destino.

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