Metralla perdida
Estragos de una bala
que ha nacido para ser
un pellizco que apuñala
al descaro, como fieras
usurpadoras de placer.
Baila, reza y llora purgando
a ladridos su mestiza pólvora,
cuál ansioso escudo bárbaro
conquistando fronteras
exiliadas a gritos y salivazos
de la depravada torre de Babel.
Busca a ciegas una alcoba
arrasando quejicas paredes;
atrasando sus redes reclusas
hasta ser sin quererlo,
una piedra más
que se esconde
en nuestro paso infiel.
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