La yonki y el dragón

Y el dragón solamente
quería follarse la princesa;
pues ella era la única
que congelaba sus llamaradas
hasta tal punto
que sus alas
solo eran escudo
de los arpones
que ella se clavaba
con tal de aguantar
a un pueblo atontado.

Duchada a adicción
obligó al monstruo a comérselos,
quitándole a él
hasta el último trazo
de su veneno más romántico
drogando su corazón
para más tarde,
a cánticos malsonantes
nacidos del sudor de la sobredosis,
engañar a través de leyendas 
heredadas
a una sociedad consumista.

Ella poseía por vicio;
Él mataba por amor.

Un sentimiento de valor desesperado
hizo de ella dictadora del ilusionismo,
que a cuento de niños,
hizo cantar a un juglar
que una fiera 
ansiosa y hambrienta
jodería a la muchedumbre.

Aunque,
la princesa del caos
solamente
quería más intoxicación.

Traicionó y abusó
de la esperanza y la ignorancia,
pues envió a morir
toda alma
que ella misma torturaba.

Desgastó a su amante
y buscó a otro para exprimir.

Cuando Jordi mató a la bestia
de sus rosales ella bebió;
y por amor,
que en su defensa
siempre la excusó,
murió apuñalado
por una yonki sedienta
que aún a día de hoy
a todo el mundo
todavía tiene embrujado.

El dragón murió por amor;
el soldado mártir también.

Y la marquesa de la seducción
quedó sola.
Por avaricia despiadada
aunque travestida a cuentos,
ella en la tumba,
quedó sola.

¿Moraleja?

A pesar del maquillaje,
el poder y el amor,
morimos solos.

 

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