La canción

De labios ilusorios
ante la concubina del horror
ella bajo yugo
del silencio arropado,
es provista de claros 
en el abandono.

De carisma estrecha
es victoriosa en mostrar
sus curvas parlantes
cuando callada está.

Y sobre paños
la séptima sinfonía
es escrita a obsesión
y teclas desgastadas
por un pudor
de maltrato ocular.

No quiere ser
seudónimo fotografiado
pues su relato a sonidos
muere en métrica
si presumida ella
para todos se arregla.

Anciana prefiere sus harapos
de melodía improvisada
y gritarle al camino
que ella está hecha
de un imperfecto
sentimiento
llamado
liberto imaginado.

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