Escritura sentida
Cuando procede la fantasía
a extraviar la cordura
y dejarse llevar
por el cuerpo
de una estrofa
que maldita
es suscrita
a la realidad,
es entonces
cuando el tiempo
alarido y carente
de cerrojos,
iza a deleite
de la sabrosa
y conjurable tiranía
su petrificado relinche
de sórdido precipicio
para ser pelaje
sobre huesos desprovistos.
Y su letra,
pequeña y sexy
hecha gravilla,
es el traje
de su única
apuesta apolillada
de tal vez
placentera sinceridad.
Su huraña y jurada lealtad
al mortuorio santuario manchado,
es arrebatada
por un halo engañoso
que siempre será musa,
irreal pero verídica,
en el santo momento
de clavarse en el papel.
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