De visita al limbo
Caricias de la locura
y perdones de Dios
me dan cortinas de Penurias
y un bolsón de hipocresía
en un trozo de balcón.
Balcón de vistas claras
que sucumbe frívolo de amor
a los portentos de un pozo
al que llaman cama del fin,
limbo existencial
y trono del valiente Señor.
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